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martes, 19 de noviembre de 2013

Cierre de calle Bandera: desazón y optimismo entre los locatarios

A pesar de la drástica baja en las ventas, muchos están optimistas con la idea de hacer actividades para el público mientras duren los trabajos de la construcción del Metro con el fin de ocupar los espacios que se están dando. 

Por: Ana Bustamante

Desde el 8 de junio la calle Bandera está cerrada en dos tramos debido a la construcción de la Línea 3 del Metro. Estos cambios en el espacio público no tienen muy conformes a los locatarios de esta histórica zona comercial de Santiago Centro, quienes ya están trabajando para ver qué actividades van a realizar durante los dos años que durará la edificación de la estación y que los mantendrá casi aislados, producto del cierre de las calles. 

Los comerciantes cuentan que sus ventas han bajado casi en un 50% desde que cerraron Bandera, debido principalmente a que las micros 201, 214, 223 y 226, que traían a la mayoría de los transeúntes, desviaron sus recorridos hacia las calles Amunátegui y Mac Iver. 

Y la realidad no es muy distinta de la que distan los locatarios. Muy pocas personas se ven caminando por la reconocida calle comercial de ropa. Los que pasan lo hacen a paso rápido.

“Imagínese como me encontró ahora; tejiendo, si no tengo nada que hacer”, comenta de entrada Blanca Yez, la dueña del local de vestidos, ternos y abrigos, Spencer, que está frente a la construcción del metro. 

“A mí me afectó mucho el cierre. Hoy no ha entrado nadie”. Cuenta la comerciante, y agrega que en los próximos días tiene que cerrar el local durante tres meses. “Me van a compensar, pero no es lo mismo porque uno tiene su clientela y la puedo perder. Además, arriendo, en cambio los otros locales que cerrarán tienen otros negocios con los que pueden subsistir”, manifiesta afligida. 

Frente a Spencer está ubicado el restaurant de gastronomía peruana “Nélida”. Es hora de almuerzo pero las mesas están vacías y los garzones deambulan de allá para acá buscando algo que hacer. Sin embargo, la dueña con sus tres empleados se ven de buen ánimo y aprovechan de reírse un rato de cualquier cosa. “Mijita, no vendemos casi nada. Antes si vendía 200 mil al día, ahora con suerte hago 50”, relata Nélida Rosales, la dueña. 

Sin embargo, Nélida ya tiene pensado qué hacer para poder aumentar la clientela que ha perdido: “Voy a hacer convenios con empresas, repartiré volantes, a mi garzona le pondré una minifalda y al garzón una colita de conejo”, cuenta riéndose. 

Otro local que ha disminuido sus ganancias es “Ahora o Nunca”. Hermi Vegas, su administrador, cuenta que las ventas han bajado es más del 40% y que se nota en las quincenas y fines de mes que es cuando la gente llega a comprar. “Ahora independiente de la fecha, la afluencia de público es baja”.

Sin embargo, Hermi está optimista que ésta situación sea temporal y los que transeúntes comiencen a llegar atraídos por la baja contaminación acústica que por ahora goza Bandera. Es lo bueno que puede sacar de todo esto. 

Vegas, también tiene pensado ocupar la vía junto a un vendedor de chaquetas rockeras de calle Aillavilú para realizar intervenciones artísticas y dice tener un concierto en carpeta. 

“La alcaldesa Carolina Tohá es abierta a los temas sociales y culturales, por eso no creo que nos haga mayores problemas” relató. 

En relación a las oportunidades de espacio que se dan producto de la construcción de la Línea 3, Pía Montealegre, arquitecta y magister en Desarrollo Urbano de la UC, dice que “es la oportunidad para un uso peatonal que promueva la integración social en el espacio público”.

Montealegre también se refiere a los desvíos -que pueden ser un problema para los automóviles-, pero una oportunidad para el comercio, ya que el sector céntrico se sirve del tránsito peatonal. Bandera, comentó, “tiene espacio suficiente para realizar desplazamientos peatonales como forma de promover la integración social de las personas en el espacio público, bajar la contaminación y mejorar la salud de las personas”.

Por otra parte, manifestó la arquitecta, que se puede dar valor al espacio realizando estacionamientos de bicicletas que ayuden a un transporte sustentable en la ciudad.